8 consejos para estudiantes de Fisioterapia

1) ¿Por qué estudias Fisioterapia?

Lo primero es tenerlo claro. Yo tengo claro que me gustaba mucho la carrera, me sigue gustando cada día más y, si volviera al pasado y tuviera que elegir de nuevo -en aquel momento y aquellas circunstancias-, es muy probable que volviera a estudiarla. No obstante también había muchos otros estudios que llamaban mi atención, desde enfermería o terapia ocupacional a otros nada relacionados con el entorno sanitario como periodismo o telecomunicaciones. Si la decisión no la tomara entonces sino ahora, tal vez barajara otras opciones, puesto que las condiciones no son las mismas.

2) ¿Para qué estudias Fisioterapia?

Ten claras tus preferencias y tus objetivos. Ten en cuenta que una cosa es lo que se estudia y luego otra muy distinta en lo que se termina trabajando. A veces se tienen unas expectativas que no se corresponden con la realidad. Entérate de cómo está la situación del mercado laboral, no vaya a ser que estudies pensando que las cosas son de una manera y luego te estrelles. He conocido compañeros que, después de estudiar la carrera, se quejaban de salarios bajos, de la dificultad para acceder a trabajar en centros públicos, abundancia de trabajo temporal, dificultad para trabajar en los sectores que más les gustaban, limitación de las funciones… De todo esto te puedes (debes) informar antes de estudiar, no vaya a ser que luego te sientas frustrado.

Si te has decidido y quieres seguir adelante ¡estupendo! Sigamos entonces con los consejos:

3) No esperes a que se inicien las clases: estudia -al menos lee- lo que puedas.

Pide apuntes a alumnos de otros años, lee la bibliografía recomendada de las asignaturas que vas a estudiar, busca información en Internet… Es cierto que hay muchas asignaturas que necesitan práctica o explicaciones detalladas para llegar a entenderlas, pero hay otras que son así y punto. Por ejemplo, Anatomía y biomecánica: Nunca es pronto para empezar a visualizar las estructuras del cuerpo humano y aprenderse algunos nombres y localizaciones. Esto te va a hacer falta siempre, así que, mientras antes empieces, mejor. Atlas típicos son Sobotta o Netter, muy renombrados y con un precio algo elevado. Cada cual tiene sus preferencias. Puedes pedirlos prestados a la biblioteca y valorar cuál te gusta más. Si no te quieres dejar la paga así, a las primeras de cambio, una buena opción con excelente relación calidad-precio es el Atlas de Anatomía Master EVO5, de Marban. Es una buena forma de empezar a familiarizarse con el cuerpo humano por un precio razonable.

4) Acércate a Internet y la blogosfera sanitaria.

Internet es una excelente forma de tener acceso a recursos multimedia: vídeos de youtube sobre el cuerpo humano, biomecánica, fisiología, ejercicios, técnicas… Eso sí, no te quedes en la Wikipedia. Busca sitios especializados. También podrás encontrar numerosos blogs con contenido generado por profesionales de todo el ámbito sanitario. Es una excelente manera de ver la realidad de las profesiones sanitarias, puesto que los autores suelen contar sus experiencias y expresar quejas, así como realizar propuestas para mejorar. También es muy útil a nivel académico ya que se presentan artículos o técnicas novedosas que tardarán años en llegar a las aulas.

Además, la difusión continúa en las redes sociales. Perfiles en Facebook, Twitter, Google+, así como foros y otros lugares donde conocer personas de las que aprender y con las que compartir conocimientos e inquietudes. De esta forma, en tus estudios ¡nunca caminarás solo!.

5) Idiomas: han pasado de ser útiles a imprescindibles.

En cuanto a empieces a indagar un poco, encontrarás que muchos de los mejores libros y, sobre todo, los artículos más novedosos, no están disponibles en castellano. El idioma habitual suele ser inglés, por lo que, si no lo dominas, ya tardas.

Además, dependiendo de la zona donde termines trabajando, no será raro encontrarte con pacientes extranjeros, con lo cual no vas a poder hacer tu trabajo si no te entiendes con ellos.

6) Practica como si te fuese la vida en ello.

En nuestra profesión, lo que mejor se recuerda es lo que se practica: si practicas poco, recordarás poco. Menos mal que algo está cambiando. Con la implantación del título de grado se supone que se aumentará la formación práctica y especializada. Sin embargo ¿por qué esperar a que se inicie el período de prácticas para empezar a aplicar los conocimientos? ¿Por qué limitarse a los centros en los que la Universidad te ofrece hacer prácticas?.  Nunca está de más pasarte por centros en los que te gustaría trabajar o ver cómo se trabaja para ofrecer tus servicios como voluntario. Puede que te dejen ir simplemente a ver durante un horario limitado, puede que te dejen realizar una labor sencilla no relacionada con tus estudios (acompañar o hablar con los pacientes, ayuda en tareas muy simples…) puede que te dejen colaborar haciendo tareas muy básicas de fisioterapeuta en prácticas o puede que te den con la puerta en las narices, pero creo que es positivo intentar practicar cuanto más. mejor. No solo sirve para aumentar la destreza, sino para ver cómo es el trabajo en la situación real y poder ver un sentido a la unión entre la teoría y el desarrollo de la profesión.

7) Especialízate, pero huye de magufos.

Actualmente no existe como tal la especialización en fisioterapia. No, no salimos sabiendo de todo. No puedo saber por qué te duele la rodilla cuando saltas a la pata coja con que me lo cuentes por teléfono. Lo que sí existen son cursos, posgrados, masters y otros estudios complementarios para aumentar la formación que se recibe en la Universidad y encauzarla hacia una práctica más concreta: deportistas, personas mayores, daño cerebral adquirido, traumatología…

El problema que yo veo es que cualquiera puede organizar un curso sobre cualquier cosa, cobrar por ello y darte un diploma. Muchas veces los cursos se mueven por modas: que a la gente le gusta el Pilates, pues todos los cursos de Pilates. Que a la gente le molan las pegatinas de colores, pues todos los cursos de vendaje neuromuscular. Que a la gente le mola pagar un sobreprecio por un placebo, pues terapias con nombres chulos y sin estudios científicos que los avalen.

Mi consejo es informarse muy bien sobre qué cursos o estudios complementarios merecen realmente la pena. El diploma lo vas a colgar en la pared (o más probablemente a dejar olvidado en un cajón), pero los conocimientos los vas a tener para siempre. Para informarte puedes preguntar a compañeros, al organizador del curso o buscar información en lugares de Internet donde te puedan recomendar con criterio.

8) ¿No eres masajista? Pues no te ofendas: explica.

Hay una controversia muy fuerte que no termina: ¡los fisioterapeutas no somos masajistas! Vale, pero damos masajes y los vendemos a precio de oro, además de que sientan requetebién. No nos extrañemos si solo nos conocen por eso. ¿Quieres que te conozcan por algo más? Explica. A mi no me ofende que me digan masajista, o médico, o panadero: simplemente es que no soy ninguna de esas cosas. A la persona que me lo dice se lo explico, y punto. No es culpa de la población no saber a qué nos dedicamos, es culpa nuestra que no se lo contamos y le vendemos otra cosa. Siéntate 5 o 10 minutos y prepárate un mini discurso para cada vez que alguien te pregunte si eres masajista o a qué se dedica un fisio. Contra la ignorancia de nuestros campos de actuación, menos indignarnos y más preocuparnos por darnos a conocer.

Y hasta aquí puedo leer. Seguro que me dejo algo en el tintero, pero no quería extenderme más de lo que ya lo he hecho. ¿Qué otros consejos darías?

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